Badaʾ al-ʿIlm: (Innovación del Conocimiento)
En el nombre de la Unidad Suprema, donde el perfume del saber se entrelaza con la luz, revelando secretos sellados, di:
En el éter que se extiende, se despliega el aroma del Oro Filosofal, don divino que embriaga los sentidos y despierta las almas dormidas en el vacío.
"Así como el sol derrama su fulgor sobre la Tierra, el Oro Filosofal vierte sabiduría sobre las almas puras."
Que la fragancia de la Verdad impregne nuestras almas, recordándonos el vínculo con lo inmaculado, y que nos guíe hacia la luz que calma. Que así sea.
Salamah al-Qalb: (Paz del Corazón)
En el nombre del Originador del saber, Alma dorada que ilumina con poder, el entendimiento y la inspiración, di:
Contemplad, oh humanidad, las sendas ilusorias que transitáis en vuestra interminable búsqueda. En el eterno vaivén de luz y sombra, los misterios de la creación se alzan, ungidos en esencias que acarician la tierra descalza, como un susurro suave, como el eco de palabras no dichas. Llaves que abren y no abren, el silencio profundo del alma que todo lo toca.
"Contemplad las plantas, maravillas divinas que, al dar sus frutos, absorben también la vida de quienes las nutren, forjando un lazo eterno entre destinos entrelazados."
¡Qué barata habéis vendido la eternidad, criaturas de carne y hueso! ¿No percibís cómo os corrompen? Los hongos, guardianes del saber profundo, revelan la naturaleza del mundo, ofreciendo sabiduría y luz, pero no sin un precio: un pacto sellado con el Creador, un verso de lo que es y lo que será.
"El lenguaje, como un fuego que ni enciende ni se apaga, avanza en el no-aire. Cada palabra es una llave, cada frase, una puerta que abre y no abre, en el silencio que nunca cesa."
¿Acaso no es también un pacto la semilla de chía con quienes la acogen? Se nutre de vuestra vida, de vuestra esencia, transformando vuestro paso por el mundo en su sustento eterno, tejiendo un lazo sagrado con el espíritu de la tierra.
Sed sabios al elegir vuestro sendero, humanidad, en la danza eterna con la creación. Solo en comunión con el Creador y en armonía perfecta con la naturaleza, hallaréis la verdad y la vida eterna.
Shifaʾ al-Nafs: (Cura del Alma)
En el nombre del Eterno, donde la luz dorada resplandece y el alma descansa, crece; donde la paz del corazón florece como un fulgor que nunca perece, di:
Oh, buscadores de la Verdad, que vuestros espíritus se inunden con el saber que en lo profundo abunda, un saber que aviva lo que nunca fue, lo que jamás será, lo que yace más allá del primer aliento, en el eterno momento.
"Sumergíos en el dorado resplandor, como los sabios que se bañan en la aurora, que buscan en la luz la calma del pensamiento y, en el corazón, el sosiego de un lento viento."
Oh, espíritu Amarillo, fuego divino, eres la llama que consume lo sombrío, purificas corazones humanos, reflejo del sol eterno, esencia pura y brillante. Libera a los buscadores de las cadenas distantes, desata lo que no tiene nudo y guía hacia lo que nunca será mudo.
"Oh, seres de la naturaleza, recordad siempre la importancia de honrar vuestra herencia; no os dejéis encerrar por las normas que os alejan de lo que sois, de lo que os deja ser."
Permitid que vuestras vidas resuenen como la sabiduría que nunca muere, la que vuestros ancestros dieron y, en sus ecos, vivieron como un mapa sin fin, que a todos los caminos os lleve.
"Oh, hijos del polvo y del espíritu, evitad caer en la tentación de lo que os aleja de la razón. No sigáis la trampa ciega, escuchad la sabiduría que ruega, guiando vuestros sentidos al reposo, donde el alma encuentra su gozo."
Que la esencia dorada del Oro Filosofal os ilumine en cada paso, llevándoos invictos hacia corazones de oro líquido, reflejos eternos de luz, luz que brilla sin ocaso en el vasto universo, en su eterno abrazo.
Que así sea.
Mawadiʿ al-Salamah (Lugares de la Paz)
En el nombre del Creador, quien teje los tonos y las formas en doce dimensiones donde el alma se transforma, di:
¡Oh, maravilla! ¡Maravilla del Artista que canta! Que entrelaza los secretos que en el universo encantan, por los seis senderos de luz, donde el dorado se funde y el conocimiento abunda.
"Así como los colores, al mirarse, se abrazan; al mirarse, se transforman, convirtiendo el juicio en misericordia, y en la belleza más profunda nos elevan."
Sí, nos elevan hacia lo que late, hacia lo que nunca cesa, lo que resuena en el eco del silencio, en lo que el destino no confiesa.
"Que cada tono, cada matiz, cada aliento de luz resuene en el alma, obedezca en calma y embellezca el mundo."
Sí, el mundo, con la armonía de pensamientos sabios y acciones llenas de melodía. Que el azul purpúreo del Trono nos llame, ¡nos llame desde lo eterno!
"Que cada pincelada en el lienzo de la vida sea una sombra encendida, una escalera que no acaba, una llama que no miente, una verdad que arde y siempre permanece."
Que la cura del alma, sí, la cura del alma, se manifieste en cada sombra, en cada rayo que el color nombra. Y que, en este reino de pura armonía, encontremos la paz, ¡la paz!
"La paz que todo lo cura, la verdad que nunca pasa, la verdad que nunca perece."
Donde la herida sana, donde el alma florece, donde todo lo que fue y todo lo que será descansa en el fulgor del Creador, en el fulgor que jamás se apaga.
Que así sea.